París no necesita presentación: es la ciudad del amor, del arte y, para muchos, del Erasmus soñado. Vivir aquí como estudiante es una mezcla de paseos por el Sena, tardes en museos gratuitos, cafés con encanto y noches vibrantes en barrios como Le Marais o Montmartre.
Su ambiente universitario es súper internacional, y hay infinitos eventos, actividades culturales y lugares por descubrir. Aunque el coste de vida puede ser más alto, la experiencia lo compensa: París te inspira, te reta y te regala momentos únicos. Si quieres un Erasmus lleno de cultura, movimiento y estilo… bienvenue à Paris
¡Hola a todos! Hoy vamos a hablar de nuestra experiencia como estudiantes Erasmus en París, empezando por la zona donde está ubicada nuestra residencia. Pertenecemos a una cadena de residencias bastante conocida en la ciudad, con varias ubicaciones por todo París. Nuestra residencia está en una zona muy bien conectada y con todo lo necesario a mano.
Tenemos un centro comercial gigante a solo tres minutos caminando, donde hay supermercados, tiendas y todo tipo de servicios. Además, elegí esta residencia porque permite que mis amigos se queden a dormir, algo que me pareció esencial para disfrutar al máximo de la experiencia Erasmus.
El acceso es muy sencillo: utilizamos un mando que funciona como un imán para abrir las puertas. No hay restricciones de horarios, lo que es genial para entrar y salir cuando queramos. Sin embargo, es importante destacar que esta residencia no ofrece servicios de comedor. Cada estudiante tiene su propio estudio o comparte habitación, pero siempre con baño privado. Las cocinas son compartidas y están equipadas con lo básico: microondas, nevera y congelador, aunque a veces echamos de menos algunos utensilios como cuchillos afilados o una espátula.
En cuanto a los costes, el precio ronda los 1.000 € al mes, algo caro, pero comprensible para París. Además, incluye todos los gastos de electricidad y agua, algo que no ocurre en todas las residencias de la misma cadena.
La residencia cuenta con varias zonas comunes, como una sala de estudio, un gimnasio, una sala de yoga y una cocina compartida con televisiones. El ambiente es muy bueno, especialmente porque hay muchos españoles. De hecho, somos casi 50 españoles en la residencia, lo que facilita hacer amigos y sentirnos como en casa.
El proceso de reserva fue, sin duda, la parte más complicada. En Francia, es necesario tener un garante, es decir, una persona que respalde económicamente el alquiler en caso de que no puedas pagarlo. Este garante debe ser francés y tener ingresos demostrables. Para quienes no tienen contactos en Francia, existen empresas como Visale o Garantme que ofrecen este servicio, aunque suelen ser costosas.
Yo apliqué a la residencia en marzo, pero debido al overbooking, no recibí respuesta hasta junio. Es importante destacar que no puedes aplicar a dos residencias de la misma cadena con la misma cuenta, así que tuve que crear dos correos electrónicos diferentes. Finalmente, me aceptaron en esta residencia y tuve solo 48 horas para completar la matrícula.
París es una ciudad cara, especialmente en comparación con Madrid. Un café puede costar 5,50 €, y los precios en los supermercados también son elevados. Sin embargo, hay opciones más económicas, como Lidl, que recomendamos para ahorrar.
Por otro lado, una ventaja de Francia es que muchos museos y monumentos son gratis o tienen descuentos para jóvenes. Esto nos permite disfrutar de la ciudad sin gastar demasiado.
En cuanto a la vida social, el ambiente en la residencia es muy bueno. Recomendamos llegar unos días antes del inicio de las clases para conocer a gente y hacer gestiones. Nosotras llegamos el 4 de septiembre y fue muy fácil hacer amigos, ya que todos estábamos en la misma situación.
En cuanto a las discotecas, Duplex es una opción popular porque es gratis antes de la 1:00 am. También hemos ido a Pachamama, aunque la entrada cuesta 20 €.
Los horarios en Francia son diferentes a los de España. Aquí se come más temprano, alrededor de las 12:30, y se cena antes. En la universidad, los horarios pueden ser un caos. En mi caso, no tengo un horario fijo hasta el 6 de noviembre, y las clases pueden cambiar de un día para otro. Además, la asistencia es obligatoria en muchas asignaturas.
Aunque mi nivel de francés era básico al llegar, ya noto una mejora después de tres semanas de clases. Sin embargo, depende mucho del profesor: algunos son muy comprensivos con los Erasmus, mientras que otros no hacen distinciones.
A pesar de los desafíos, ambas estamos encantadas con nuestra decisión de venir a París. Es una ciudad que nunca deja de sorprenderte, con algo nuevo que descubrir cada día. Además, la comunidad Erasmus es enorme, lo que facilita hacer amigos y disfrutar de la experiencia al máximo.
Si tenéis alguna duda, ¡no dudéis en preguntarnos! 😊
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